COVID y los trabajadores agroindustriales peruanos

por Ana Lucía Araujo Raurau*

Uno de los pilares del discurso que legitima el modelo del agronegocio en el Perú es la amplia y ascendente capacidad de las empresas agroindustriales para generar empleo formal. Efecto del progresivo crecimiento del sector y de su participación en mercados internacionales; lo que, a su vez, ha sido posible gracias al soporte sostenido del Estado a través de normas de fomento (como la Ley de promoción del sector agrario), la implementación de un régimen laboral que flexibiliza las relaciones de trabajo, y de subsidios públicos provistos con exclusividad a dichas empresas (Eguren y otros, 2017). Así, para el 2018, cerca de 300,000 personas fueron contratadas formalmente por las agroindustrias; aunque esta cifra ascendería al doble o triple si se sumase el empleo generado en rubros asociados según portavoces del gremio empresarial (Del Castillo, 2019). Como cereza del pastel de sus bondades, el sector se atribuye también los patrones de reducción de la pobreza y pobreza extrema de los territorios en los que operan.

Ahora bien, ¿cuál es la situación del sector agroindustrial en la crisis sanitaria en la que vivimos? El comunicado y posterior resolución emitida por el MINAGRI muestra evidentes contradicciones. Por un lado, enuncia la no paralización de la actividad agropecuaria con el fin de “asegurar la adquisición, producción, y abastecimiento de alimentos […] para la venta al público”-entiéndase, la producción esencial para el mercado interno-; por el otro, incluye en su listado el permiso de circulación al personal abocado a la “importación y exportación de productos agropecuarios”. Así, las grandes empresas orientadas por ejemplo, al cultivo de caña de azúcar para la producción de biocombustible, o de espárrago verde para la exportación al mercado europeo tienen pase libre para seguir. Como única restricción establecida, éstas pueden contratar sólo al número indispensable de trabajadores; disposición abierta que ha permitido, en la práctica, que las empresas sigan convocando a una vasta cantidad de asalariados a laborar en sus fundos.

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*Antropologa por la PUC-Perú. Miembro del FARS, sección de Estudios de Alimentación, Agricultura y la Sociedad Rural de la Associación de Estudos de América Latina (LASA). Publicado por la Asociación Servicios Educativos Rurales (SER).

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